Una de las principales características que tienen en común las grandes avenidas de las ciudades es que son, en la mayoría de casos, una sucesión interminable de hileras de inmuebles más o menos voluptuosos, clásicos o elegantes que conforman ese paisaje arquitectónico, tan común y rutinario para muchos de sus habitantes.
A ojos del peatón que ha paseado cientos de veces por alguna de esas calles, es posible que pocos detalles de esos edificios capten su atención y hagan que se pare a observarlos detenidamente y con una mirada entre curiosa y sorprendida.
Hay que decir que, en gran medida, son construcciones cuyo diseño se basa en líneas rectas que dan como resultado obras arquitectónicas que podemos definir como convencionales y, por supuesto, poco originales y rupturistas.
Entonces, ¿qué aspecto, aunque sea imperceptible a primera vista, es el que puede hacer que te quedes contemplando detenidamente una casa, un teatro, un hotel o cualquier otro edificio? En Curvados Ibáñez sabemos que el secreto está en la arquitectura basada en líneas curvas y formas sinuosas y complejas.
Y no se trata de una simple opinión. Incluso hay estudios científicos que han demostrado que al ojo humano le atraen más las expresiones y formas curvadas. Por eso nos encontramos en la actualidad con una tendencia que cada vez tiene más adeptos no solo en la arquitectura moderna, sino también en el diseño de interiores o decoración.
Arquitectura con curvas: ruptura con la tradición
La construcción más conservadora, basada en la línea recta, y que busca un diseño más funcional, aún se mantiene a día de hoy. Pero se ha encontrado con una corriente rompedora que le hace frente, la cual ha descubierto en la curva una forma de impulsar la creatividad arquitectónica.
La pregunta es: ¿por qué encontramos una particular belleza en las superficies curvadas? Básicamente, porque se establece una relación entre esas formas retorcidas y la naturaleza.
El uso de las curvas es la base de una arquitectura más orgánica, que busca la armonía entre el mundo de los humanos, más artificial en muchos aspectos, y el conjunto del planeta, que es sinónimo de biodiversidad, y por tanto, de nada que se parezca a la monotonía que se percibe en las edificaciones cuadradas o rectangulares.
Este tipo de arquitectura, en definitiva, impulsa la construcción de elementos originales, alegres y excepcionales.
Zaha Hadid: la reina de las curvas
A lo largo de la historia son muchos los arquitectos que han apostado por las líneas curvas en sus diseños. Una de las máximas exponentes es Zaha Hadid, que incluso recibió el apodo de “reina de las curvas”.
Referente en la arquitectura contemporánea mundial (fue la primera mujer en ganar el prestigioso premio Pritzker, considerado el “ Nobel de la arquitectura”), su currículum incluye grandes ejemplos de edificios definidos como neofuturistas que pretendían evocar el caos de la vida moderna a través de las formas abstractas y las líneas curvas y sensuales.
Entre las obras de esta arquitecta angloiraquí fallecida en 2016, y una de las preferidas del equipo que conformamos Curvados Ibáñez, destacan edificios de carácter civil, social y cultural que fascinan a las nuevas generaciones de urbanistas.
En primer lugar, os presentamos el Museo Riverside en Glasgow, impresionante inmueble que destaca por su diseño irregular y su techo con puntas. El edificio simboliza la relación continua entre la localidad y la construcción naval, una herencia industrial relacionada con el río Clyde.
Otro de los grandes complejos culturales nacidos de la creatividad y expresividad de Hadid fue el Museo Messner Mountain (Italia). Está ubicado en la cima del Monte Kronplatz, y se construyó como homenaje al alpinista Reinhold Messner, el primer escalador que llegó a la cima del monte Everest sin ayuda extra de oxígeno.
La idea concebida por el estudio de arquitectura de Hadid se traducía en que los visitantes del museo tuvieran la impresión de sumergirse en una gruta. Su construcción se basa en líneas curvas pero suavizadas y en materiales como la fibra de vidrio y el hormigón para simular trozos de roca y hielo.
Finalmente, viajamos hasta China para encontrarnos con la Guangzhou Opera House. El rompedor diseño de este edificio con líneas curvadas se basa en el concepto de las piedras que se erosionan por su contacto con el agua. Fundamentalmente, busca un punto de encuentro armónico entre la ciudad y el río Pearl.
Zaha Hadid Manhattan Penthouse
Junto con los espacios y edificaciones públicas, nuestra admirada Zaha Hadid también dejó su huella creativa y expresiva en un proyecto de carácter residencial como el Zaha Hadid Manhattan Penthouse.
Lo que más destaca del edificio, ubicado en la zona de Chelsea, es el ático con tres pisos y siete habitaciones, una sala de gran amplitud y una cocina con isla central de mármol en la que se pueden ver como las líneas curvas dominan su interior.
Un aspecto a resaltar es que en todas partes hay paredes de ventanas acristaladas que aportan sensación de amplitud.
Otro ejemplo de las formas retorcidas en cualquier detalle lo tenemos en la escalera de caracol y en el pabellón redondeado de la zona de la azotea.
Oscar Niemeyer. El maestro del hormigón
De la gran Zaha Hadid pasamos a otro enorme referente como es Oscar Niemeyer. Si algo nos fascina de él en Curvados Ibáñez es cómo concebía la arquitectura como un movimiento basado en sueños, curvas y grandes espacios abiertos.
En sus memorias este arquitecto brasileño, fallecido en 2012 a los 104 años, destacó su atracción por “las curvas sensuales que fluyen libremente”, las cuales ve reflejadas en las montañas y ríos de su país, y también en las olas del océano.
Sus construcciones reflejan un espíritu optimista y una gran pasión por la vida. Y una sorprendente opinión que compartimos de los expertos es la capacidad de Niemeyer de ver el hormigón como un material emocionante.
Entre sus principales aportaciones a la arquitectura y el urbanismo destacamos la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de Nueva York, un complejo cuyo diseño compartió con otros nueve arquitectos.
Pero si hay que buscar una obra de Niemeyer que podemos considerar nuestra favorita no tenemos que irnos tan lejos. En Avilés (Asturias), el maestro brasileño levantó el Centro Niemeyer, un complejo cultural que sirve de escaparate para manifestaciones artísticas en campos como la música, las exposiciones, el cine, el teatro o la danza.
Ubicado en el margen derecho de la ría, junto al centro histórico de la localidad, está formado por cuatro edificios curvos construidos en torno a una gran explanada.
La más impresionante de las construcciones es la cúpula. Es un recinto semiesférico con un acabado en color blanco que brilla con especial luminosidad, en especial en los días de cielo claro.
En su interior, cuyos principales atractivos son la escalera helicoidal y una lámpara redonda diseñada por el propio Niemeyer, se albergan grandes exposiciones y muestras culturales en un espacio de más de 4.000 metros cuadrados.
Otro de los edificios destacados es la torre que, desde algunos ángulos, adopta la forma de un caramelo.
A la parte superior de la torre se accede también por una escalera helicoidal exterior anexa a la columna principal. Rodeado por un amplio ventanal acristalado, su interior alberga en la actualidad un restaurante.
Aluminio, un material ideal para reflejar la belleza de la curva
Queda claro que las curvas aportan una belleza orgánica y natural a las construcciones arquitectónicas. Sin embargo, no todos los materiales son adecuados ni fáciles de transformar en líneas redondeadas.
Los más aptos son la madera o el vidrio. Pero si hay uno que destaca por encima de todos es el aluminio, referencia en Curvados Ibáñez.
Con este material damos forma a puertas y ventanas curvadas que puedes ver en multitud de proyectos: desde chalets en entornos naturales cerca de la costa hasta edificios de carácter público como estaciones de ferrocarril, o religiosos como iglesias.
En todos ellos, sin importar su finalidad y uso concreto, hemos logrado con estos elementos crear un estilo propio para cada edificio y, a la vez, lograr que, en su conjunto, se engarcen en el entorno que los rodea.